lunes, 25 de junio de 2012

“La Collares”: Caudilla de España gracias a su marido, 1936-1975


Para evitar la discriminación de género, hoy quiero dedicar unas líneas a una supervillana, aunque, sobre todo, lo fuera gracias a su marido, el sanguinario dictador Francisco Franco. Si detrás de todo hombre miserable siempre puede haber una miserable mujer, este era el caso, sin duda.

El hombre se dedicó a quitar a sus “súbditos” la vida, la libertad, la dignidad y los Derechos Humanos, y su señora, doña Carmen Polo de Franco, entretuvo sus largos años de dictadora consorte quitando lo que quedaba. Con una sonrisa caballuna, con colmillo derecho prominente incluido. “La Señora, siempre enseñando los dientes, me quita el apetito”, retrataba infantilmente un nieto de Alfonso XIII al recordarla.

A pesar de recibir continuamente en Palacio regalos de lo más variados de parte de sus más sumisos súbditos, a “la Collares” nunca le vencía la pereza, y realizaba razias cual Almanzor por todas las capitales de provincia que podía. “Compraba”, sin pagar casi nunca, en los principales comercios de las ciudades que visitaba (joyerías, peleterías, anticuarios, tiendas de moda…), en los que no habían tenido la prevención suficiente para cerrar en tan señaladas fechas de visita, como acabó siendo habitual.

Cuando no había viajes, “la Señora” invertía parte de su tiempo en la redistribución de los regalos que le llegaban a sus distinguidas amistades y compañeras de merienda, siempre los menos apreciados o valiosos. Un simple cambio de tarjeta la convertía, a su vez, en obsequiadora de las flores, dulces y licores de menor valor que recibía.

Si alguna vez cometía un error, todos somos humanos, y se escapaba a sus dotes de rapiña alguna joya, anillo, broche o collar elegantemente disimulado entre flores o bombones, la llamada de agradecimiento a Doña Carmen de la segunda destinataria, ponía en marcha inmediatamente el protocolo de regreso del motorista a por el botín descuidadamente remitido. La “señora” de Franco nunca tuvo reparos en solucionar, así, rápidamente, estas confusiones, inevitables si atendemos a la cantidad y volumen de los envíos.

Los sentimentalismos nunca le impidieron, en aras a la eficiencia económica, fundir la mayoría de las innumerables medallas, condecoraciones y regalos en metales preciosos que su marido recibía, de todo tipo de corporaciones y administraciones, mucho más fáciles de atesorar en lingotes. Las joyas que no fundió y no guardó en bancos ocupaban, en 1975, una habitación con las paredes forradas, del suelo al techo, por cuarenta columnas de veinte cajones cada una. 800 cajones repletos de joyas en una habitación que hubiera sido la envidia de Ali-Babá y su más famosa cueva.

Esto es saberse administrar. No cabe duda de que el dictador Franco y señora eran tal para cual.

De todo esto informa, gracias a sus asombrosos superpoderes:

El Increíble Capitán Euzkadi

Salud y República vasca

P.D.: El Capitán Euzkadi no quiere dejar escapar la oportunidad y desea mostraros un vídeo de la familia Franco en el que el Caudillo de familia hace labores de ventrílocuo, y su señora esposa mantiene una expresión que hace temblar a los muertos en sus sepulturas.



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