Para que
fuera posible una dictadura como la franquista no era suficiente con un
dictador que dictara.
Hicieron
falta militares que se hicieran con el poder, y lo mantuvieran, por la fuerza y
la violencia. Policías que asesinaran, torturaran, robaran y aterrorizaran.
Jueces y fiscales, gobernadores y alcaldes, que organizaran y administraran la
injusticia. Obispos que la consagraran y justificaran. Maestros y profesores
que maleducaran, adoctrinaran y engañaran. Periodistas que hicieran propaganda
del régimen, ocultaran la verdad y mintieran…
Esto lo
sabían muy bien, desde un principio, los que se rebelaron contra la Democracia
en 1936. Todos los elementos citados eran necesarios para conseguir sus
objetivos y mantener la Dictadura que instauraron. Si cualquiera de ellos
fallara su proyecto totalitario podía fracasar.
Por eso
tuvieron siempre un especial cuidado en utilizar todos lo medios “informativos”
a su alcance para manipular la verdad y propagar su doctrina fascista. Y cuando
digo “a su alcance”, quiero decir exactamente eso.
Cuando,
ahora hace 75 años, ocuparon Bilbao y el resto de la Bizkaia que se mantenía
leal a la República, no solo se hicieron con la industria que no había sido
destruida, como tantas veces se recuerda. También se hicieron con los medios de
comunicación. Mauser y pistolas en mano, entraron en las redacciones e
imprentas de los periódicos democráticos para detener o asesinar a cualquier
periodista que encontraran, pero, sobre todo, para utilizarlas en su campaña.
Nació así,
precisamente y para más “Inri” en los locales donde se publicaba desde hacía
más de veinte años uno de los principales periódicos vascos, el “Euzkadi”, un
nefasto 6 de julio de 1937, “El Correo español : Diario de Falange Española
Tradicionalista y de las JONS.”.
¿Sus
objetivos? Los de los sublevados. Colaborar en la guerra, aumentando la moral
de los rebeldes y minando la de los defensores de la Democracia, utilizando la
mentira como principal recurso. Ayudar en la retaguardia en la imposición del
terror sobre la población en la zona ocupada por los fascistas,
eufemísticamente “liberada”, en especial haciendo públicas las listas de los
apresados, condenados y ejecutados. Hacer propaganda de la ideología fascista.
Y construir el culto al líder de aquella masacre, el “generalísmo” Francisco
Franco:
El 30 de
septiembre de 1937, un día antes del “Día del Caudillo”, festividad que le
faltó tiempo para instaurar al año de su proclamación por el resto de generales
sublevados como Líder - Jefe supremo o de Estado – Dictador o lo que fuera,
publicaba el diario:
“La
conducta ejemplar del Caudillo. La conducta del Caudillo a lo largo de nuestra
Cruzada por Dios y por España, es uno de los más altos valores del Movimiento
nacional. Si el generalísimo Franco no tuviera por merced del Cielo y para
fortuna de la Patria tan excelsas dotes de inteligencia, de cultura, de
voluntad esforzada, de serenidad magnífica ante las situaciones más complejas y
difíciles; en suma, cuanto condensa la personalidad privilegiada del Caudillo,
bastarían para asegurarle supremacía suprema entre todos los españoles y para
atribuirle autoridad máxima, su conducta y su moral cívica, verdaderamente
ejemplares…” El papel lo aguanta todo y, para vergüenza ajena, también lo
conserva.
La
prohibición de todos los periódicos democráticos o independientes supuso, por
otra parte, que la oferta periodística resultara excesiva para los lectores de
derechas que había en Bizkaia. “La Gaceta del Norte”, “El Pueblo Vasco” y “El
Correo Español” eran demasiados y las “autoridades” decidieron en abril de 1938
concentrar esfuerzos, obligando al rotativo “El Pueblo Vasco”, de propiedad
familiar, a integrarse en el diario fascista. De que “El Pueblo Vasco” resultó
absorbido por “El Correo Español” no caben dudas, tanto por el hecho de que su
nombre, menos simpático a todas luces para las “autoridades”, apareciera
posteriormente al del nuevo diario como porque, tras la “fusión”, se continuara
la numeración falangista.
La despedida
de “El Pueblo Vasco” no dejaba tampoco lugar a dudas en su número 8.326, del 12
de abril de 1938. “En una España unida y en orden, se necesita una Prensa
poderosa pero no numerosa”.
Así pasó a
titularse el periódico franquista “El Correo Español – El Pueblo Vasco : Diario
de Falange Española Tradicionalista y de las JONS” desde el 13 de abril de
1938. Una cuestión nominal que no supondría mayor cambio ideológico y práctico,
excepto para los propietarios y redactores del fenecido “El Pueblo Vasco” y no
tendría mayor importancia hasta tiempos posteriores.
Continuará mañana...
Salud y República vasca
Continuará mañana...
Salud y República vasca
No hay comentarios:
Publicar un comentario